jueves, 14 de febrero de 2008

EL TELEFONOMELASUDA TUVO LA CULPA



Voy a casa de mi amiga Jantipa, la esposa de Sócrates, la pobre se pasa todo el día trapicheando de un lado a otro para obtener algunos dracmas con que alimentar a sus tres hijos, pues todos sabemos que su marido es un vago y en vez de arrimar el hombro, anda por ahí molestando a unos y a otros con sus preguntitas que a veces más parecen aguijones ¡El muy caradura!

¿Pero qué son esas voces?
¡AH!, es ella gritando

- ¡Por los dioses, Jantipa, deja de insultarlo ¿no ves que ya no puede oírte?

- Es que quiero que se entere toda la vecindad del morro que tiene, que más le valdría arrimar el hombro en casa que esa charlatanería barata que se gasta ¡No puedo con este hombre!
-¿Qué te trae por aquí, Cleonice?
-Anda, no te crees mala sangre y acompáñame a la fuente, que vengo más mosqueada que una mona.
-Cuenta, cuenta.....
- Resulta que el otro día, Filocleo, mi marido, me regaló por mi cumpleaños un móvil, y no se le ocurrió otra cosa que comprarme el más caro (¡hombres!); cuando lo vi, casi me da un patatús
¿Para qué porras quiero un móvil que tiene cantidad de utilidades que no sé para qué sirven?
Al día siguiente fui a cambiarlo por otro más adecuado a mis intereses y cuál fue mi sorpresa al comprobar……….
¡QUE LOS MÓVILES NO SE CAMBIAN!

¿Lo sabías?
Según la dependienta, “no es como un jersey o un pantalón, que se pueden cambiar”


¡Pero si yo no lo había encendido todavía!


Le pregunté qué haría si alguien le regalara 2 móviles a la vez (cosa probable en los tiempos que corren) y con mucho cachonde me respondió que
“los utilizaría en días alternos” ¡La muy…….!
- ¡Chica! Es que a veces es mejor quedarse calladita ¡que en boca cerrada no entran moscas!
- ¡Y que lo digas!

Puse una reclamación por aquello de la pataleta y le pedí que me pusiera el teléfono en marcha y me diera un cursillo intensivo sobre sus múltiples aplicaciones y aquí me tienes con mi ultra-teléfono-tope-guay y el tomo I de aplicaciones a ver si me lo aprendo poco a poco.
Por supuesto, después de la respuesta irónica de la dependienta, no le quise preguntar por qué un jersey o un pantalón se podían cambiar y el móvil no, pues una tiene su orgullo.
- No te preocupes que Sócrates seguro que sabe la respuesta, cuando venga a casa te lo mando, así me lo quito un rato de encima....
- ¡Para lo que soluciona, mejor es que no!

¡Anda y vamos a llenar las hidrias, que hoy parece que sale el agua turbia y con un poco de suerte los envenenamos!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Moraleja: sale mejor regalar un blog que un móvil. Es barato, se puede cambiar cuando se quiera y si nadie escribe no pasa nada. La próxima vez, se lo cuentas a Sócrates.

Cleonice dijo...

¡Ni lo sueñes!
¿Por qué será que me identifico más con Jantipa?